Cuando me encontré por primera vez con el título de este libro en Amazon.com, supe que tenía que comprarlo. ¿La razón? Porque también crecí en Little Italy y viví en el «vecindario» durante 48 años, antes de mudarme a Sarasota, Florida, a finales de 1995.
«Memories of Growing Up in Little Italy, NY – A Memoir by Guz Petruzzelli» tiene solo 83 páginas y quizás sea un poco caro a $15.99. Pero aparte de eso, este libro brinda una descripción precisa de cómo era crecer en Little Italy de Manhattan hace más de 50 años.
Petruzzelli es unos años mayor que yo y creció en Little Italy en Mulberry Street arriba de Canal Street, mientras que yo crecí solo media cuadra al sur de Canal, una cuadra al oeste de Mulberry en Baxter Street. Lo creas o no, estos son básicamente dos barrios diferentes; Canal Street siendo la línea divisoria. Recuerdo muchas veces cruzar Canal Street y tener que correr para salvar mi vida, para no recibir una paliza de los matones de Canal Street, que me consideraban un invasor en su territorio sagrado. Menos mal que era un corredor rápido.
Petruzzelli escribe capítulos cortos, con títulos como «Juegos callejeros», «Scooters y vagones hechos a mano», «La boca de incendios» y «Street Ball», que se asemeja exactamente a cómo eran las cosas cuando yo era un niño que crecía en Little Italy. . Jugábamos los mismos juegos, a veces en los mismos lugares, pero la mayoría de las veces no.
Petruzzelli escribe un capítulo sobre el «James Center», un centro juvenil en Hester Street, donde jugué baloncesto y softbol muchas veces. Recuerdo que la cancha de baloncesto del James Center era corta y estrecha, con dos vigas que colgaban paralelas del techo, de una canasta a la otra, lo que hacía imposible tirar desde cualquier esquina. Los únicos tiros en suspensión que eran posibles eran alrededor de la llave.
Pero cuando Petruzzelli escribe sobre los restaurantes de barrio y los luncheonettes de especialidad, enumera unos totalmente diferentes a los que frecuentaba la gente de debajo de Canal Street. Petruzzelli menciona restaurantes como Puglia’s, Vincent’s Calm Bar, Angelo’s y Grotta Azzura, todos lugares donde comía ocasionalmente. Pero no menciona buenos restaurantes como Forlini’s, Antica Roma, The Lime House y Giambone’s, que eran los favoritos de los que vivían debajo del Canal. Escribe un capítulo sobre Dave’s Corner, que era un restaurante legendario en la esquina de Canal y Broadway, pero ese es el único lugar para comer que ambos frecuentábamos con regularidad. (Hay un capítulo completo en mi novela Find Big Fat Fanny Fast que tiene lugar en Dave’s Corner).
Petruzzelli me pierde por completo cuando menciona las escuelas primarias, secundarias y parques que frecuentaba. En «Grammar School», enumera PS 130 como la escuela a la que «todos en el vecindario también fueron». Simplemente no es cierto para nosotros que vivíamos debajo de Canal Street. Todos los que conocía iban a la Escuela de Gramática de Transfiguración en 29 Mott Street, que era una escuela católica que tenía una matrícula muy pequeña para asistir. Si alguien debajo de Canal no podía pagar la tarifa, iban a PS 24, en la esquina de Mulberry y Bayard.
Petruzzelli también menciona a Haaren High School en Hell’s Kitchen como la escuela secundaria pública que la mayoría de sus amigos «decidieron asistir». Sin embargo, debajo de Canal, la mayoría de nosotros fuimos a escuelas secundarias católicas como Cardinal Hayes en el Bronx, donde asistí, o Lasalle Academy, ubicada casi en el vecindario, en Sixth Street entre Second y Third Avenue. La escuela pública elegida por las personas debajo de Canal Street fue Seward Park High School, también cerca de Little Italy, en Grand Street cerca de Essex.
Sin embargo, el capítulo que realmente me desconcierta es uno titulado «Jugar en los parques». Petruzzelli menciona Christie Street Park como el lugar donde él y sus amigos pasaban el rato, pero ni siquiera menciona Columbus Park, en Mulberry, solo una cuadra al sur de Canal. Todos los que conocía, tanto de arriba como de abajo de Canal Street, pasaban el rato en Columbus Park. Jugamos a las cartas en los numerosos bancos y jugamos béisbol, fútbol y baloncesto en el gran campo de atletismo de concreto, con cientos de personas del vecindario viendo los eventos deportivos de la liga, muchos de ellos desde arriba de Canal Street.
Dejando de lado esas diferencias, «Memories of Growing Up in Little Italy, NY – A Memoir by Guz Petruzzelli» es una buena lectura. Ojalá el libro fuera un poco más largo, para que Petruzzelli pudiera haber incluido los lugares de Little Italy que también frecuentábamos los que vivíamos debajo de Canal Street.
¿Ninguna mención de Columbus Park en Little Italy en las décadas de 1950 y 1960? Eso es casi como escribir un libro sobre crecer en el sur del Bronx y no mencionar el Yankee Stadium.
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